viernes, 26 de noviembre de 2010

Apariencia


Las personas somos tan idiotas que nos gusta vestirnos de una realidad que no es la nuestra para gustar a los demás. Dicho así parece absurdo, sin embargo es cierto.
¿O es que en algún momento alguien negaría que intentó aparentar algo que no era?
Lo cierto es que es más fácil así: darle unos toquecitos de maquillaje a la verdad, echarle un buen vestido sobre los hombros y darle unos buenos zapatos para que eche a correr. ¿Y qué conseguimos con ello? Pues sacamos unas cuantas sonrisas de la gente que nos rodea y un reflejo en el espejo. ¿Pero un reflejo por qué? Pues porque nuestra realidad maquillada se mira al espejo
Y cuando la miramos, es decir, nos miramos vemos una pura apariencia. No somos nosotras. He aquí una piel que no siente lo que tú, unos ojos que no ven lo que en verdad hay, unos labios que no pueden decir lo que piensan... pero es ella, nuestra realidad maquillada: la que hace que la gente nos sonría.
¡Ay, espera! Mira tu realidad maquillada que bonita es, ¿pero qué te pasa? ¿Por qué no sonríes tú también? Vaya es cierto, no puedes. Con ella a cuestas te es imposible expresar lo que sientes
¿Qué pensáis del maquillaje de la realidad? ¿Unos toquecitos?

jueves, 18 de noviembre de 2010

Sinceridad

Sinceridad. Esta palabra no está en el diccionario de todas. Me atrevería a decir que está sólo en el de unas pocas.
Aquello que sí está en la mente de todas las personas son los pensamientos que gritan de vez en cuando un: “¡Pero díselo! ¡Dile que no le soportas!”; o simplemente: “Sería mejor que lo supiera”. Sin embargo nuestro miedo acalla estos gritos y nos los tragamos. El temor al rechazo, la comodidad la falta de agallas... todo se centrifuga en un sin fin de vueltas y vueltas que acaban por hacernos olvidar lo que realmente pensamos sobre alguien o algo.
¿Y por qué esa comodidad, esa falta de ímpetu?
Porque es más fácil. Claro, quedarnos callados, no decir nada... en realidad no sirve.
Estoy segura que una idea acaba de atravesar vuestra mente y me diréis: “Pero si nos llevamos bien, no hace falta que le diga lo que pienso de ella/él”.
Sí, ya lo se, ahora también estás pensando que el exceso de sinceridad puede cosechar enemistades, porque la gente no se acepta a sí misma. Es cierto, totalmente cierto en este mundo.

Y yo asiento; pero, después de analizar vuestra/la/su situación, quiero que pienses en esto: Es que quizás necesita que se lo digas para ser mejor.

¿Somos mejores cuando sonreímos, le pasamos la manita por la espalda y pensamos que se está equivocando? ¿O nos equivocamos nosotros mismos cuando pensamos que diciéndole todo a la cara le hará reaccionar?

lunes, 15 de noviembre de 2010

El enfoque


Hoy nos vamos a una galería de arte. Allí duerme colgada una infinidad de pinturas esperando a que les demos vida con nuestros ojos. De toda la sala hay dos que llaman la atención, ambos comparten el título: “El mar”. Pero no son ni por asomo parecidos. Uno, está compuesto por cuatro rayas azules sobre fondo blanco. Otro, parece una viva fotografía.
¿Y cuál de los dos es más “mar” que el otro?
Todo depende de gustos, o de criterio. Lo mismo ocurre cuando dos personas miran un problema, todo es cuestión de enfoque.
Aquí estás tú que dices que eso ya no tiene solución, que es un cuadro negro.
Pero ahora viene otra, que te dirá que no, que si te fijas bien hay una raya blanca que atraviesa la pintura y le aporta luz.
En fin, que todo es cuestión de percepción. Hay gente realista, optimista y negativa. ¿En qué lugar estás?
Y pienso yo en cuál de las dos pinturas tiene más valor, es decir, es más “mar”.
No lo sé.
Realmente no hay nadie que pueda decir que una es mejor que otra, en otras palabras; que la forma de percibir las cosas de una persona es mejor que la de la otra.
Podréis decirme: “sí, es que hay alguien que tiene más experiencia y le puede aconsejar que su percepción no es la adecuada”.  
¿Y si a la que se equivoca le vale su percepción?

sábado, 13 de noviembre de 2010

Peliculitas

En otra entrada os hablaba sobre aquella vocecita que por momentos te mortifica lanzándote frases crueles a modo de flechas y que en otras ocasiones te eleva con alas de egocentrismo. Pues bien, ella no es la única que está ahí constantemente en nuestro interior.

También se dan las “peliculitas”, sí, ¿no os ha pasado nunca? Estoy segura que sí. Ellas empiezan a desfilar por nuestra mente enviándonos un torrente de imágenes. Hay peliculitas buenas, las hay que son malas, muy malas...

Ahora me diréis: “aaaah! ¡Eso son los recuerdos!

Pues no, no solo ellos protagonizan las “peliculitas”; la imaginación siempre toma partido en su argumento. 

Seguro que muchas veces os han venido imágenes torturadoras de éste o aquél con ésta o aquélla, o de fulanita burlándose de mí o de menganito diciendo no sé qué cosa.

Y viene entonces la pregunta del millón: ¿podemos controlar las peliculitas?
Por supuesto. Sólo hace falta saber cómo, y no, lo siento, pero para esto tampoco valen recetas prefabricadas. Para que busquéis la manera de controlar las mentes inquietas os pregunto yo:

¿Sirve de algo visualizar en tu interior imágenes que te harían daño y que son solo fruto de tu imaginación?
Podéis compartir con las demás alguna manera que tengáis de combatir las peliculitas crueles que se os amontonan en la cabeza. ^^

jueves, 11 de noviembre de 2010

La vocecita...

Cuestión de autoestima. Todo el mundo ha oído hablar sobre ella, pocos saben lo que es. Sé que suena bárbaro pensar que la mayoría de la población no tiene autoestima pero ¿si os propongo pensar que falta de autoestima es causa de inseguridad? Entonces muchas me diréis que sí, que en algún momento os ha carcomido por dentro esa vocecita que decía “no eres capaz, ¿tú? ¡Ja! Pero si no vales para eso...” 
Esa es la antagonista a la autoestima.
El valor que una tenga sobre sí misma es la clave para la autoestima. En una escala del 1 al 10 así, ahora mismo la mayoría de gente se puntuaría de forma elevada pero... pongámonos en una situación difícil, un problema, algo que se nos resiste: los puntos bajarían rápidamente. ¿Y de qué nos sirve en una situación estable tener un 10 en el valor sobre nosotros mismos si después dejamos que esa vocecilla nos corroa por dentro y nos suspenda?
Y todas seguimos buscando respuestas, pero en forma de recetas, libros con títulos al estilo de: “Mejore su autoestima en diez pasos”. Y entonces nos falla un paso y... ¡zas! Sin autoestima nos volvemos a quedar. Recetas no sirven, preguntemos a la mujer real su estrategia para ser real.
¿Alguien me dice una de sus frases autoestimulantes? Sí, de esas que contradicen a la vocecita maligna que corroe la autoestima...

martes, 9 de noviembre de 2010

Vuestro ingrediente

Respuestas para la pregunta anterior: “¿Cuál es el ingrediente secreto de las mujeres?”
Respuestas correctas: 0.

No hay pregunta en realidad. Recordemos que no valía generalizar, entonces no hay nada que dicte que actúas así porque eres mujer. Cada una es como es.

Con esta cuestión pretendía que mis leyentes se dieran cuenta de que no hay ninguna opinión que sea buena o mala además de que no hay recetas absolutas. ¿Y qué es eso de recetas absolutas? Pues simplemente es un listado de leyes inexorables que la gente cree que están ahí porque sí y punto. Un buen ejemplo de ellas sería decir: “es que mujer al volante tenía que ser”. Y siendo todo una cadena, si no hay cabida para las recetas absolutas tampoco podríamos creer en ingredientes secretos para este tipo de recetas. En otras palabras, no hay “ingrediente secreto de las mujeres”. 
Pero puedo precisaros que sí que existe el “ingrediente secreto de cada mujer”. ¿Cuál es el vuestro?

¿Cuál es el ingrediente secreto de las mujeres?

Comencemos con una pregunta. ¿Cuál es el ingrediente secreto de las mujeres?

Las mujeres tendemos a considerar que somos más débiles o frágiles que los hombres. No es lo que los ideales feministas quisieran compartir, pero los cuentos de Disney por muy bonitos que reconozcamos que sean, han hecho mucho daño. No estamos hablando de los cuentos en general sino de los que nos pintan a la chica vulnerable que espera al príncipe azul. Olvidemos los tópicos, generalizar nunca es bueno.

Cada persona puede creer lo que quiera, esto bien es cierto. Pero aquí, en el mundo, ni nadie es más que otro ni uno se queda por debajo de otro. ¿Es tan complicado quedarnos todos en un mismo plano?

Para retomar la pregunta, buscad una situación en la que una mujer actuaría diferente... ¿Por qué lo haría así?

lunes, 8 de noviembre de 2010

Nuestra voz en palabras

           Las mujeres alzamos nuestra voz para gritar que somos iguales a los hombres. Nos afanamos en demostrar que valemos tanto como ellos para cualquier trabajo. Además, y por si eso no nos bastara, tratamos de cultivar nuestro cuerpo para vernos perfectas.
            Pues bien, biológicamente no somos como ellos. No podemos trabajar en todo. Y para acabarla de fastidiar nos dejamos embaucar por las modelos y alguna vez hemos odiado nuestro cuerpo.
            Estos son los ideales contra la cruda realidad. Es así, para qué engañarnos.
            En realidad las mujeres somos un paso adelante en la historia de la humanidad, por la superación, por la lucha. Somos versátiles y capaces de alcanzar las metas que nos propongamos tanto o más que ellos por nuestra sosegada perseverancia. No somos objetos sexuales de desfile, somos la sencilla feminidad a la que tanto se ha dado culto desde tiempo inmemorables.
           Somos nosotras, solo hace falta que nos lo recordemos de vez en cuando.
           Y digo yo, ¿por qué este blog?
           Porque no existe mujer igual a otra en el mundo, pero no nos equivoquemos, muchas somos vulnerables. Creo que todos los humanos lo hemos sido en alguna ocasión. Nos necesitamos. Cuántas veces oímos aquello de “hablando se entiende la gente”, “cuéntame, te sentirás mejor”. Hagámoslo realidad. 
         Un post con lo que sientas, un problema, una queja, una duda... lo que sea. 
         Volvámonos mujeres reales, quizá lleguemos a solucionar las inquietudes con unas palabras.