martes, 13 de diciembre de 2011

El guión

Cuando nacemos, en lugar de venir con un pan bajo el brazo tal como piensa el refranero popular, llegamos con un guión. Es el guión de lo que seremos. Desde pequeños se nos acuna en los brazos del Entorno Próximo. Nuestro alrededor nos sugiere a voz baja pero firme lo que “debemos ser”. A ello corrobora la familia, las amistades, la gente del barrio… con aquellos comentarios de: “ha salido a su madre”, “es igualito a su padre”, “si ya sabíamos cómo iba a ser este niño”…

Y casi sin darnos cuenta, el mundo exterior nos va revelando el guión con el que llegamos a la Tierra, es decir, todos nos muestran cómo esperan que seamos.

Para encontrar la definición formal de esto nos remitiríamos a: “el ambiente condiciona al sujeto”.
¿Estáis de acuerdo? Aquí nos encontramos ante una encrucijada, ante un gran tema de debate. Hay quiénes están soportan esta teoría y otros que discrepan sobre ella. Pero hoy no pretendemos solucionar una disertación sociológica. A título personal, a mí este tema me hace recuerda a una de mis frases para la vida de propia cosecha:
“Es único aquél que no fue como su alrededor le dijo que debía ser”.
La verdad es que es muy fácil comportarnos como esperaban que lo hiciéramos, estudiar lo que nos sugirieron que era “lo mejor para ti”, trabajar en el negocio familiar sin vocación, vestir así porque está de moda… ¿Y si un día ese guión con el que nacimos se quemara? En ese caso estaríamos perdidos. Los triunfadores serían las personas únicas, las que no siguieron modas y pensaron diferente.

Por un momento, rebuscad vuestro guión. Leed las pautas que el ambiente os dictó al nacer… si en algún momento hicisteis algo por modificarlo un poco: aún queda esperanza.



domingo, 4 de diciembre de 2011

Las "lástimas"

Uno de los legados de la filosofía zen es la idea de no dejarse llevar por las cosas materiales. Tengo un profesor que un día, como frase estelar nos dijo: “no cargues con las cosas, sólo deja que te acompañen”. Aunque parezca simple, este concepto me pareció muy interesante. 

¿Para qué ir acumulando recuerdos pesados? ¿Para qué llevar siempre el peso de objetos que fueron importantes en un pasado? ¿Los necesitamos ahora?
Aplíquese tanto a pensamientos como a cosas materiales. 

El caso es que es mejor no sentirnos atados. 
¿Desde cuándo te esclavizan tus propios objetos?
Sin embargo, involuntariamente lo hacen. 

Todo empieza cuando estás en casa, ves aquella figurita que te regaló la madre de tu ex y dices: “ay no la tiro, que da lástima…”
Aplíquese a cualquier objeto material sea de la suegra, el suegro, tu hermano/a… 


En el momento en que pronunciaste la palabra “LÁSTIMA” quedaste preso. Desde entonces cargas con ese pequeño peso. Pero si sólo se tratara de peso… ¿y el espacio? ¿Cómo vas a renovar tu casa si la tienes plagada de “lástimas” inservibles…?

Es necesario renovarse: dejar que nuevas ideas entren en tu mente, dejar que otro panorama adorne tu vida… sólo se trata de ser capaz de desligarse de las “lástimas”.



Propongo una idea que nos hizo poner en práctica este profesor:
Entre un grupo de amigos/as, compañeros/as… hacer una rifa aportando cada uno una “lástima” que tenga por casa. Tras la rifa se aceptan los trueques. De este modo, lo que a uno no le sirve, otro puede darle uso. Es así más fácil deshacerse de las “lástimas”.